Por Balbi Marco (estudiante de Licenciatura en Comunicación / Representante estudiantil suplente del Comité de Carrera de Comunicación / Becario en formación en investigación y docencia)
En menos de una semana ya
sabremos cuál de los dos candidatos derechistas será el próximo presidente de
la República Argentina. Si bien las encuestas arrojan a Mauricio Macri como
ganador, los resultados del 25 de octubre no nos permiten confiar en ellas de
cara al 22 de noviembre. En este escenario, el kirchnerismo y determinadas
agrupaciones de izquierda nos quieren hacer creer que votando a Daniel Scioli
le dificultamos el avance a la derecha no sólo en Argentina, sino en toda la
región latinoamericana. Esta consigna pasa por alto dos cuestiones: 1- que el
candidato a presidente por el Frente Para la Victoria también es de derecha, y
2- que en Latinoamerica los supuestos gobiernos progresistas han dado un giro
en ese sentido ante las exigencias de las burguesías “nacionales” y del capital
extranjero (el caso ejemplar es el de Dilma Rouseff en Brasil). Sin intención
de exponer cuál es la situación en la “Patria Grande” (capitalista por donde se
la mire), nos enfocaremos en discutir
por qué el voto a Daniel Scioli es inútil para enfrentar Mauricio Macri y al sector de las clases
dominantes que cierran filas junto a él.
¡A la derecha de Scioli y Macri la pared!
Si hay algo que no se puede negar
son las similitudes entre los candidatos
y sus gobiernos (Macri en Capital Federal y Scioli en Provincia de Buenos
Aires). Las imágenes de la represión en el Hospital Borda a cargo de la Policía
Metropolitana, votada entre el PRO y el FpV en la Legislatura de CABA, o las de
Panamericana contra los trabajadores de Lear y los de la línea 60 llevadas a
cabo por la Gendarmería que comanda Sergio Berni (continuará en el cargo de
Ministro de Seguridad si Scioli resulta victorioso el próximo domingo)
confirman el carácter reaccionario y derechista de los posibles
presidenciables. Además, bastaría con ver sus gestiones en cuanto a salud y
educación pública (vale aclarar que la calidad de las mismas no es muy distinta
a nivel nacional) para darnos cuenta de lo que les espera a los trabajadores y
a los sectores más vulnerables de la sociedad en los próximos cuatro años, que
como si fuera poco también sufren un gran problema estructural de la Argentina:
el déficit habitacional. Actualmente, son tres millones de familias las que se
encuentran en estado de emergencia, y no está previsto que vaya a solucionarse
durante el próximo gobierno. Si nos basamos en los antecedentes de los
candidatos podemos asegurar que durante sus mandatos se han encargado de mantener
esta problemática. Ante cada toma de
tierra, no sólo como expresión, sino también como reclamo, las fuerzas de
seguridad de Macri y de Scioli respondieron con desalojos violentos y
represiones, y en varias oportunidades lo hicieron en conjunto, como en el
Parque Indoamericano (2010) o en el Barrio Papa Francisco de Villa Lugano
(2014)
¿Podemos sumar algo más? Por supuesto que sí. No estaríamos mintiendo si decimos que ninguno está dispuesto a ir en contra de la megaminería contaminante, o de legalizar el aborto para impedir la muerte de 300 mujeres al año. Además, ambos candidatos son garantes de continuar con el gatillo fácil. El caso del joven Lucas Cabello, baleado por la Metropolitana la semana pasada no puede esconder a aquellos cometidos por la Bonaerense.
Lo que se viene: ajuste y endeudamiento
Hasta hace unas semanas los
asesores económicos de los candidatos nos contaban sus planes de ajuste que
ahora callan a pedido de estos últimos. Y es lógico que se comporten como les
enseñó su padrino político Carlos Menem (no decir que lo vas a hacer sino no te
vota nadie). Pero volvamos: tanto Carlos Melconian como Alfonso Prat Gay del
lado de Macri, y Miguel Bein y Mario Blejer del lado de Scioli, afirman que hay
que hacer un ajuste, aunque difieren en los ritmos del mismo. Los primeros se
juegan al shock, mientras los segundos a un supuesto gradualismo. A pesar de
ello, en muchas declaraciones, el ex integrante del Banco Mundial y el Fondo
Monetario Internacional (FMI), Blejer, se ha acercado más a la postura de los
consejeros económicos del macrismo respecto al tema del cepo: “los flujos hay
que abrirlos inmediatamente, al tipo de cambio libre”[1]. Por su parte, Bein ha
expresado que hay que “descartar una devaluación brusca”. Le agradecemos su
sinceridad ya que acusar al candidato de Cambiemos de una brutal devaluación, nos
asegura que el del Frente Para la Victoria nos prepara una más leve. Lo que hay
que dejar en claro es que el ritmo de la
devaluación dependerá de la exigencia del capital y de la situación
internacional. En este sentido, la situación de los principales socios
comerciales de Argentina no es para nada alentadora. Mientras la economía China
crece cada vez de manera más lenta, el crecimiento de Brasil para el año
próximo está previsto en un -2%.
Respecto al tema de los fondos buitres, Blejer
y el posible canciller sciolista, Juan Manuel Urtubey, afirmaron que de alguna
manera hay que negociar[2]. Si queda alguna duda, también
lo sostuvo Bein, fiel al futuro presidente del proyecto “Nac & Pop”:
“Daniel Scioli dijo que hay que negociar, pero no vamos a pagar de cualquier
manera ni lo que pretenden”[3]. Nada que envidiarle al
macrismo.
Otra de las acusaciones que ha lanzado Scioli sobre la fórmula de Macri – Michetti es que buscan endeudar a la Argentina con el FMI, lo que es cierto, no obstante el plan económico “naranja” también implica endeudamiento con organismos financieros internacionales. “La mira apunta al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Mundial (BM) y el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF).”[4] ¿Será que la fórmula encabezada por Scioli y el “comunista” Zanini considera que buscar financiamiento con el BID no implica tener que cumplir condiciones a cambio? La búsqueda de financiamiento externo responde a otro de los problemas a los que asiste Argentina, la restricción externa.
¿Dos modelos en pugna?
Admitiendo algunas de las
cuestiones anteriores, algunos kirchneristas y filo kirchneristas siguen
insistiendo con votar a Scioli porque es garante del desarrollo industrial, corazón
del modelo, contrario al agrario que propone el macrismo. No obstante, después de 12 años de supuesta
industrialización los niveles de esta última alcanzan los mismos que había en
1998[5]. El hecho de que la
economía argentina dependa de la exportación de soja confirma su
re-primarización. La mala noticia es que los precios de los commodities están a
la baja, contrariamente a lo que ocurría en 2003, lo que dificulta el ingreso
de divisas en enormes cantidades.
El punto nodal radica en que los años de crecimiento económico no estuvieron acompañados por una inversión a la altura que impulse un proceso de reindustrialización cada vez más progresivo para terminar con el carácter dependiente y atrasado de la economía nacional. Una de las tareas que anunció el kirchnerismo, si es que no fue la principal, fue la de reconstruir una burguesía “nacional” como agente del desarrollo, sin embargo “como en los países atrasados el papel principal no lo juega el capitalismo nacional sino el extranjero, la burguesía nacional ocupa, en cuanto a su ubicación social, una posición muy inferior en cuanto al desarrollo de la industria”[6]. Esta clase dominante de supuesto sentido nacionalista ha mostrado más interés en subordinarse al capital extranjero ya que existe una dependencia material que la vincula con este último. Lo que se observa es una alianza entre la burguesía nacional y la extranjera. Para que quede más claro: de la mano de la burguesía nacional no podemos esperar ningún proyecto nacionalista autárquico. ¿O acaso alguno imagina a Arcor, Ledesma, Pérez Compac, Techint, etc. oponiéndose al imperialismo? Todo lo contrario: estos presuntos agentes del desarrollo se han dedicado a fugar capitales, como también lo hicieron las empresas extranjeras, a pesar de las enormes ganancias que han obtenido en estos años. Este comportamiento es otro de los factores que explican la restricción externa, como así también el pago de la deuda externa que redujo las arcas del Banco Central. En resumen, el peso del capital extranjero sobre el Estado, junto al pago de la deuda, impidieron el despegue de una industria pesada.
La salida: independencia política de la clase obrera
El voto a Scioli no significa
combatir a la derecha pro-imperialista que encarna Macri, sino que es hacerle
el juego a la misma. Ni siquiera el kirchnerismo ha logrado cambiar la
ubicación nacional respecto del orden imperialista. Todo lo contrario: en su
afán de reconstruir esta burguesía “nacional”, no ha hecho otra cosa más que
confirmar la función de proveedor de materias primas en el mercado mundial del país, rezagando
el desarrollo industrial. El único sector social capaz de llevar adelante esta
tarea es la clase trabajadora, aunque en estos años el kirchnerismo se ha
limitado a entregarle concesiones para generar un efecto desvío luego de las
calientes jornadas de 2001 que tuvo como consigna “que se vayan todos”. El no
pago de la deuda externa significaría un enorme ahorro fiscal que luego puede ser
destinado a salud y educación. La nacionalización de la banca y el monopolio
del comercio exterior bajo gestión de los trabajadores sería una medida que
impida la fuga de capitales. También resulta necesaria la nacionalización sin
indemnización de los recursos estratégicos de la economía bajo gestión de los
trabajadores, hoy en manos de las empresas transnacionales que han girado
impunemente 70 mil millones de dólares al exterior durante estos años. Como ya
hemos mencionado, estas medidas no pueden ser llevadas a cabo por el Estado
burgués, sino que necesitamos de la
acción directa de los trabajadores y el resto de las clases explotadas de
nuestro país. El período de ajuste hacia el que nos encaminamos requiere de
este programa.
El voto en blanco no sólo significa un rechazo hacia los planes de
ajuste que los candidatos nos proponen, sino también un primer paso que exprese
la independencia de clase respecto de cualquier variante burguesa
(FpV-PRO). Sin embargo, sabemos que el combate no terminará en el terreno
electoral, sino que continuará con la resistencia en las calles.
[1]
Véase “Cruce entre los economistas de Scioli por la promesa de Macri de
levantar al cepo” – La Política Online: http://www.lapoliticaonline.com/nota/91636/
[2] Véase “Un asesor económico de Daniel Scioli
coincidió con Juan Manuel Urtubey sobre acordar con los holdouts” – Infobae: http://www.infobae.com/2015/10/06/1760464-un-asesor-economico-daniel-scioli-coincidio-juan-manuel-urtubey-acordar-los-holdouts
[3]
Véase “Lo que viene es una agenda distinta” – Página 12: http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-282587-2015-09-27.html
[4]
Véase “Scioli ya negocia u$s 3000 M para primeros meses de gestión” – Ámbito
Financiero: http://www.ambito.com/diario/noticia.asp?id=811268
[5]
Véase Castro, L. y Levy Yeyati, E. (2012). Radiografía de la industrialización
argentina en 9 cuadros, en Foco
Económico. Un blog de economía bastante racional: http://focoeconomico.org/2012/10/03/radiografia-de-la-industrializacion-argentina-en-9-cuadros/
[6]
Véase Trotsky, L. (2013). La industria nacionalizada y la administración
obrera, en “Escritos Latinoamericanos. Ediciones IPS, CABA.
