El reciente intento golpista en
Venezuela apoyado por los Estados Unidos de la mano de Trump, por otras
potencias imperialistas, y países alineados a la política yankee, confirma el giro a derecha que atraviesa Latinoamerica.
Haber accedido al poder en países como Argentina y Brasil ha generado mejores condiciones para que la oposición
proimperialista pueda avanzar contra el régimen de Maduro. Previamente, la
victoria electoral de Jair Bolsonaro en Brasil había constituido un salto no
menor en el avance de la derecha en el continente.
Venezuela es la expresión de la
debacle de los gobiernos progresistas de la
región tras el agotamiento del ciclo de alzas de precios de las materias primas
que les permitió entregar concesiones a amplios sectores sociales. La
particularidad venezolana es que, como resultado de este proceso, el Estado ha
adoptado un carácter más autoritario. El propio Maduro es quién aplica el
ajuste (como lo hizo Dilma al comienzo de su último mandato, antes de sufrir el
golpe parlamentario en 2016, o el kirchnerismo en sus últimos años de gobierno
,
sobre todo en 2014). El lógico descontento popular en Venezuela producto del
hambre, la desocupación, la hiperinflación, y toda la miseria creciente está intentado
ser capitalizado por la oposición de derecha.
A pesar de ello, todo esto no puede leerse como un “cheque en
blanco” para que las derechas lleven adelante sus programas de ajuste en la
región, que generan rechazo y descontento en amplios sectores de trabajadores
y del pueblo pobre. Sin ir más lejos, las últimas elecciones en Brasil
estuvieron manipuladas al punto de impedir la candidatura de Lula por el PT que
lideraba las encuestas (a pesar de no compartir su política, entendemos que la
mayoría de quienes iban a votarlo lo identificaban como un candidato “anti
ajuste”). Por su parte, en Argentina, la imagen de Mauricio Macri y su gobierno
comenzó a caer de manera estrepitosa luego de las jornadas contra la reforma
previsional. Todos esconden sus verdaderas intenciones durante las campañas
electorales y apelan a la demagogia.
A nivel nacional, el 2018 ha
marcado un punto de inflexión con el
regreso del FMI de la mano del gobierno nacional. El camino del
endeudamiento lo había iniciado al principio de su gestión, sin embargo los
magros resultados en materia económica, la complicada situación económica
internacional, y las subas de las tasas de interés de los Estados Unidos entre
otros factores, le cerraron los mercados para obtener crédito.
Si bien aún el gobierno no ha
aplicado gran parte del programa del Fondo, que le pide otra reforma
jubilatoria y la reforma laboral entre otras cosas, también podemos reconocer al
2018 como un año de grandes luchas. En el verano se hizo presente el movimiento obrero contra los despidos y
los cierres: trabajadoras y trabajadores del Hospital Posadas, del
INTI, del Ingenio La Esperanza, los
mineros de Río Turbio, etc. Luego emergió el
movimiento de mujeres con la conquista del derecho al aborto como principal
objetivo, y hacia mediados de año despertó el
movimiento estudiantil en defensa de la educación pública.
En momentos donde Argentina
comienza a acoplarse a la crisis orgánica que sacude a muchos países del mundo
(separación de las grandes mayorías de los partidos tradicionales), y donde la
única forma que tiene la burguesía de salir de la crisis económica es atestando
un gran golpe contra las condiciones de vida del pueblo, los revolucionarios
tenemos que oponer una alternativa propia de la clase trabajadora. Estamos
convencidos que hay que construir un
gran partido de la izquierda revolucionaria y de clase para
preparar y organizar los futuros combates; para que no ocurra, por ejemplo,
lo de Venezuela, que encuentra a las y los trabajadores desorganizados ante el
ajuste de Maduro y el golpe que prepara la derecha.
En este escenario de crisis de
los partidos del régimen capitalista, los partidos del Frente de Izquierda (FIT)
constituyen una gran referencia para comenzar una unificación que agrupe a la vanguardia y los activistas más
avanzados del movimiento obrero, el movimiento estudiantil y el movimiento
LGBTI. En ese sentido entendemos que las discusiones en torno a la
unificación de la izquierda revolucionaria podrían fortalecer al FIT en un año
donde la “oposición” burguesa, la burocracia sindical y los grandes medios de
comunicación han avanzado en la instalación de una lógica electoral para
derrotar al macrismo (lo que no quita el desarrollo de luchas concretas).
¿A qué 2019 vamos y cuál es la tarea de cada uno de estos movimientos?
El Presupuesto 2019 votado en el
Congreso el año pasado demuestra que el ajuste es un hecho, en medio de una recesión económica combinada con
inflación, tarifazos, despidos, cierre de fábricas, caída
del salario, etc. Los niveles de
endeudamiento equivalen casi al 100% del PBI y seguramente aumentarán el
año próximo. Ante este panorama, ¿con qué fondos va a pagar Argentina la deuda
externa en los próximos vencimientos? O mejor dicho: ¿quiénes serán los que
paguen esta deuda? Pagar la deuda significará más ataques a los jubilados y a
las jubiladas con recortes a sus haberes; al conjunto de los trabajadores y las
trabajadoras con más cierres, despidos y caída del salario; y a la juventud con
mayor precarización y desempleo. Los recortes en salud y educación se
incrementarán. Sin lugar a dudas, una vez más, la crisis (y la deuda) la pagará
el pueblo trabajador. Se anuncian tiempos de mayor convulsión con un incremento
de los ataques de parte de las patronales y su Estado, y probablemente mayores
respuestas de parte de la clase trabajadora.
Las luchas del año pasado deben servir como lección de cuál es el
camino para derrotar la profundización del ajuste que se viene. Un millón y
medio de jóvenes, sobre todo mujeres, movilizados no alcanzó para arrancarle al
Senado el aborto legal, seguro y gratuito. Universidades tomadas a partir de
asambleas, movilizaciones zonales y la gran Marcha Nacional Educativa que
congregó a más de 30000 personas en el Congreso tampoco alcanzó para que el
macrismo retroceda con su ajuste a la educación pública.
En un contexto donde el gobierno incrementa
su dureza ya no podemos permitirnos luchar separados, cada uno por su lado y
por sus demandas más inmediatas. ¿Qué hubiese pasado si el día de la votación
del aborto estuviesen parados los (aero)puertos, los bancos, las fábricas, los
grandes centros de producción, las escuelas, las universidades, etc.? La gran fuerza que demostraron las mujeres,
los estudiantes y la juventud tiene que estar potenciada por la intervención de
la clase obrera, como el día de la votación de la reforma previsional, un
golpe que llevó al gobierno a retrasar la implementación de la reforma laboral.
No hay nada más que le pueda afectar a un gobierno lleno de CEO’S y al Estado
capitalista que los trabajadores paren la producción. El lugar que ocupan en el sistema que permite la producción y el
traslado de mercancías es estratégico.
Ahora bien, el límite que ha tenido la clase obrera para
intervenir en estas luchas y para enfrentar el ajuste de Macri está explicado
por sus direcciones sindicales que
juegan un rol de burocracia, dividiendo las filas obreras.
Desde la traidora CGT hasta las CTA’s que convocan a medidas aisladas y
descoordinadas, todas han subordinado el descontento popular en la unificación
del peronismo.
Mientras tanto, las distintas vertientes
del PJ, incluyendo el Frente Para la Victoria, han colaborado con Cambiemos en
la aplicación del ajuste, votándole más de 100 leyes,
entre ellas la contrarreforma previsional,
el blanqueo de capitales, el pago de los fondos buitre, y presupuestos a la
baja
Nuestra intervención y nuestras futuras tareas: unificar y coordinar
En la UNGS, aprovechando el
contexto de inicio de la reforma de su estatuto (2015)
,
hemos sido pioneros en señalar las
problemáticas estructurales que atraviesan a los estudiantes (deserción,
alargamiento de los años de cursada, y bajas tasas de graduación)
teniendo en cuenta que la mayoría de quienes asisten a las universidades del Conurbano
son
estudiantes trabajadores o
provenientes de familias de trabajadores.
Nuestra lucha por la
democratización de los órganos de gobierno
y por la mayoría estudiantil en ellos (punto programático en todas nuestras
campañas), la hemos colocado en pos de la solución de estos problemas, para que
la clase obrera pueda mantener y finalizar sus estudios bajo un régimen de
calidad. Sin embargo, agregamos que
una
educación de calidad sólo puede conquistarse con mayor presupuesto estatal.
Por eso en la carrera de
Comunicación impulsamos por primera vez en la UNGS delegados por cursadas para convocar a las primeras
asambleas contra el recorte presupuestario llevado a cabo por el macrismo allá
por 2016
,
proponiendo que de darse el primer paro nacional contra el gobierno teníamos
que participar para comenzar a forjar la tan propagandizada
alianza obrero-estudiantil. Con esta perspectiva participamos y
acompañamos a distintos trabajadores en conflicto aquel año (estatales, Grupo
23
,
Menoyo, etc.) a pesar que el paro brilló por su ausencia producto de la tregua que
la CGT le ha dado al gobierno.
Ya como agrupación integrante del
Frente de Estudiantes de Izquierda (FEI), y habiendo ganado el centro de
estudiantes (CEUNGS) en tres oportunidades (2016, 2017, 2018), hemos sido parte
de las luchas nacionales que mencionamos con anterioridad (contra el ajuste,
por el aborto
, en
defensa de la educación pública, etc.).
Nuestra
participación en todas estas luchas las hemos ligado a las problemáticas que
atraviesan al claustro estudiantil, resaltando la importancia que los
estudiantes nos organicemos por causas que superen los límites de lo
estrictamente estudiantil. En este sentido no sólo movilizamos por la aparición
con vida por Santiago Maldonado sino que también impulsamos la asamblea en la
UNGS
,
como también propusimos a nuestro CEUNGS poner en pie una coordinadora regional
por la reincorporación de los trabajadores de PepsiCo
y en apoyo a todas las luchas en curso.
Nuestra construcción e influencia generada en la carrera
de Comunicación a partir de un trabajo paciente y de pasadas por las aulas de
manera constante para informar sobre situaciones políticas a nivel nacional y
su entrelazamiento con la universidad, han sido las tareas preparatorias que
han generado participación de compañeros en asambleas y cierto activismo, como
por ejemplo en la asamblea por la aparición con vida de Santiago Maldonado, en la
histórica asamblea de 400 estudiantes contra
el ataque del macrismo a las universidades (ambas impulsadas por nuestra
agrupación), y en la Comisión en Defensa de la Educación Pública.
Para los tiempos que se
aproximan, y en sintonía con afianzar la pelea contra el corporativismo que
imponen las burocracias sindicales y estudiantiles (“cada uno lucha por lo
suyo”), debemos reforzar nuestro compromiso
con la coordinación y unificación de las luchas. Debemos actuar como verdaderos
“tribunos del pueblo” a decir de Lenin, incorporando las demandas de otros
sectores oprimidos.
Por toda esta caracterización y
las tareas por delante, hacemos público el proceso de discusión y de
conocimiento que iniciamos con los compañeros del Partido de los Trabajadores
Socialistas (PTS) en el marco de su propuesta sobre la unificación de la
izquierda, a fin de profundizar nuestros acuerdos y debatir sobre nuestras
diferencias de táctica y práctica política en el movimiento estudiantil.