lunes, 18 de diciembre de 2017

“Con los trabajadores en las calles caen los gobiernos…”

Por Agustina Barrios, Jimena Soto y Micaela Costa, estudiantes de Comunicación.

Mónica Ortiz tiene 37 años y forma parte de “La Bordó”, la lista del Partido de Trabajadores Socialistas (PTS) que es opositora a la corriente de Daer (La Verde). Trabaja en fábricas desde mediados de los ‘90 y particularmente en PepsiCo desde el 2010. En esta entrevista explicó los verdaderos motivos del cierre de la fábrica y contó su perspectiva en cuanto a la situación política, social y económica actual. Además, habló sobre la inminente reforma laboral, y con su experiencia de más de 20 años trabajando en fábricas, reflexionó sobre el movimiento obrero actual.

-¿Cómo está la situación de PepsiCo actualmente?
-En PepsiCo nos enfrentamos a una multinacional con mucho peso, sobre todo acá en Argentina, ya que tiene el 80% del mercado nacional. Nos enfrentamos también al sindicato que ya sabía desde antes que iban a cerrar la planta. Evidentemente habían puesto mucha plata para que actuara de la forma en que actuó, que nos soltó la mano. Además, nos enfrentamos al Poder Ejecutivo. Hace poco hubo un fallo completamente escandaloso para el conflicto porque el mismo juez que había dicho que reincorporaran a los trabajadores con un montón de argumentos ciertos, ahora se agarró de un preventivo de crisis cuando todo el mundo sabe que PepsiCo no tiene crisis. En el marco de toda una situación de derecha por la reforma educativa, la reforma laboral, etcétera, se está dando una pelea en la que te enfrentás a poderes gigantes. Incluso la semana pasada Macri fue a Estados Unidos a visitar a empresarios pidiendo inversiones y con uno de los que se juntó fue con la dirigente de PepsiCo a nivel internacional.

-En esa reunión Macri fue a contar que la reforma se iba a llevar a cabo aunque los sindicatos no quisieran…
-En realidad antes había planteado que la reforma la iban a implementar vía los sindicatos, que ya estaban completamente comprados. Ellos dijeron que tenían acuerdo un 60% con el proyecto y que el otro 40% lo iban a discutir. Nosotros sabemos que Macri sigue teniendo minoría en diputados y en senadores, o sea que para pasar la reforma se la tienen que aprobar, y la oposición dijo que iba a hacer lo que la CGT esté dispuesta a hacer. Entonces Macri post-elecciones, al haber salido con el 42%, donde tiene alineado a todos los empresarios, a toda la burocracia sindical y al poder judicial, plantea que no va a haber discusión de los convenios con los sindicatos, sino que directamente van a hacer pasar la reforma en el Congreso para ser votada como ley. O sea, se siente completamente fortalecido.

-¿Y vos decís que va a aprobarse la reforma?
-Yo opino que va a pasar si no hay resistencia. Lo que sí es verdad es que es un gobierno de derecha muy fuerte. Evidentemente en la resistencia se va a reflejar el malestar de los trabajadores y apostamos a que salgan a las calles junto con los estudiantes, ya que es la única forma de enfrentarlos.

-La reforma laboral no sólo se discute en Argentina, sino que también pasa en otros países como Francia y Brasil ¿A qué lo atribuís?
-Yo creo que hubo una crisis económica importante que estalló en las principales potencias como Estados Unidos y Europa. La crisis económica que hay a nivel internacional tiene que ver mucho con la tasa de ganancia. Hay una sobreacumulación de capitales, es decir, muchísima producción y poco mercado, entonces al tener una crisis en cuanto a la tasa de ganancia de las empresas, la única forma de poder solventarla medianamente es haciéndosela pagar a los trabajadores y a los sectores populares. O sea, bajando el costo laboral aumentan la tasa de ganancia, esa es la realidad. Y bajándolo pueden competir en mejores condiciones.

-Porque tienen que bajar los precios para poder aumentar sus ganancias...
-Yo milito y sé que en realidad las ganancias de las empresas no salen tanto por la venta. Al bajar los precios lo que hacen es competir en mejores condiciones con otras empresas pero la ganancia de los empresarios sale del salario no pago de la jornada laboral. O sea, vos trabajás 8 horas y, si hacés la cuenta de lo que producís, en 4 horas ya pagaste el sueldo, ya pagaste la materia prima, y la ganancia de los empresarios son las 4 horas restantes. Cuanto más achiquen las empresas el costo de producción, más ganancias obtienen. Así pueden competir en mejores condiciones en el mercado con otras empresas y eso es una guerra entre ellos donde juega mucho la situación de los trabajadores, por eso buscan todo el tiempo reducir el costo laboral.

-Volviendo al tema de PepsiCo, ¿por qué dice la multinacional que cerró?
-La multinacional primero dijo que tenía problemas ambientales y que le salía más económico el traslado de la papa a Mar del Plata que a Buenos Aires. Con esos argumentos cierran la planta. Nosotros demostramos que si trasladan la papa a la planta de Mar del Plata, producen ahí pero igualmente tienen que volver a trasladar el producto, porque el mayor mercado está acá. El problema ambiental también es mentira, porque es una fábrica que está produciendo en el mismo lugar hace más de 20 años. De hecho, cuando cerraron la planta, nos entrevistamos con el intendente de San Martín y dijo que no tenía ningún tipo de denuncia. Fueron cambiando los argumentos, ellos estaban preparados porque presentaron un preventivo de crisis en el Ministerio de Trabajo y actuaron por fuera de la ley.

-¿Por qué PepsiCo tuvo tanta relevancia en los medios y en los trabajadores?
-Lo que pasó en PepsiCo, que no pasa lamentablemente en otros lugares, es lo que tendrían que hacer todos los trabajadores que pasan por esta situación. Creo que la diferencia fue que nosotros los enfrentamos, pusimos una carpa en la puerta de la fábrica, la tomamos para cuidar las maquinarias y luchamos. Lo que sucede generalmente es que, como los sindicatos están vendidos, como no hay comisiones internas, y como no hay trabajadores organizados en otras fábricas, los despidos pasan sin pena ni gloria. Está todo muy manejado por la burocracia sindical, que está en bloque con las empresas y el Ministerio de Trabajo. Te enfrentas a cosas enormes y la costumbre de los trabajadores no es organizarse y conquistar sindicatos. Se hizo muy conocido el caso porque lo enfrentamos, como pasó en Kraft en 2009 y en Lear en 2014.

-¿Y al interior de la fábrica como es la organización?
-En el interior de la fábrica, cuando comencé a trabajar ya había una comisión interna donde hicieron unas elecciones que le ganaron a la lista del sindicato, entonces había una oposición interna donde todas las discusiones se daban en el marco de asambleas y todas las decisiones pasaban por ahí. Se buscaba todo el tiempo la unidad de la fábrica y que todos se involucren y participen. Incluso también se buscaba la unidad con otras comisiones internas o con otros trabajadores que intentaban organizarse en otros lugares. Todo esto es fundamental a la hora de un ataque. Por ejemplo, cuando cerraron PepsiCo dijimos: “hagamos una asamblea en la puerta de la fábrica para decidir qué hacer”. Nos fuimos organizando, ganando la confianza de los trabajadores en el día a día y conquistamos nuestros derechos.

-¿Qué rol juegan los sindicatos en el conflicto de PepsiCo y a nivel general?
-A nivel general, yo opino que los sindicatos son el peor enemigo de los trabajadores, son la columna principal que sostiene al sistema y a los gobiernos. Macri quiere avanzar junto con las patronales en contra de los derechos adquiridos de los trabajadores y para todo esto necesitan tener a los sindicatos de su lado. Si los sindicatos enfrentaran este plan, tendrían a los trabajadores peleando por sus derechos en las calles y organizados dentro de las fábricas. Esto para cualquier gobierno es completamente peligroso porque con los trabajadores en las calles caen los gobiernos, ya que son los que hacen funcionar la economía.

-¿Vos atribuís el cierre de PepsiCo al cambio de gobierno?
-La multinacional sacó una nota en Clarín donde planteó que la decisión ya la había tomado hace dos años, esta decisión se fortaleció con el gobierno que responde directamente a ellos. A mí me parece que el hecho de que nosotros no podamos hacer una cooperativa es más decisión del gobierno que de PepsiCo, porque nosotros presentamos un proyecto de expropiación para ponerla a producir y el gobierno nos dijo que si llegaba a salir la ley la iba a vetar, ya que no es la imagen que quiere dar. Cuando cerró la fábrica, PepsiCo se fue y nosotros la tomamos sin ningún problema. De hecho los primeros días no había pedido de desalojo, esto lo supimos porque lo averiguamos en la fiscalía. Entonces, PepsiCo lo único que quería era sacarse de encima a los trabajadores organizados y opino que no le importaba quedarse sin la fábrica. Y creo que la orden de desalojo fue más por un apriete del gobierno que decisión de la empresa misma.

-Desde que trabajas en fábrica, ¿Cómo pensás que fue mutando el movimiento obrero? ¿Cómo lo ves ahora?
-A mí lo que me parece es que el movimiento obrero venía de sufrir los ‘90 con desocupación y precarización, venía muy golpeado porque había una enorme desocupación. El movimiento obrero se recuperó después del 2001 porque entraron muchísimos más trabajadores a las fábricas, donde se reactivó la economía. En ese sentido numéricamente se recuperó, incluso económicamente. Antes eran filas enormes de desocupados, después empezaron a trabajar con una década de crecimiento económico donde sus condiciones seguían manteniéndose iguales a las de los ’90: precarización laboral, contratos basura, todo eso.

-En esa década de auge económico, ¿el movimiento obrero estaba más dormido o, por el contrario, como había recomposición se sentían en mejores condiciones para exigir?
-Yo lo vivía dentro de PepsiCo, donde se hacían asambleas, donde se discutían las paritarias, donde se discutía el rol de los sindicatos, donde siempre se terminaba arreglando por mucho menos de la pretensión de los laburantes. Había de todo, había trabajadores que salían a pelear. Yo te digo en fábricas organizadas, no podría decirte de otras. En las organizadas la situación era que los trabajadores tenían una limitación porque sólo querían pelear por las mejores condiciones pero no iban más allá como por ejemplo recuperar un organismo muy importante que es el sindicato. En las fábricas en las que no hay organización, es más difícil porque ahí es el acuerdo entre el sindicato sin mucha resistencia.

-¿Cómo ves actualmente al movimiento obrero?
-Lo que pasa hoy es que los trabajadores empiezan a involucrarse más, empiezan a ver la relación que hay entre los partidos, las empresas y los sindicatos. De todas formas le falta avanzar muchísimo, yo creo que por ejemplo la reforma laboral los trabajadores lo tendrían que manejar al dedillo y todavía se desconoce el contenido de lo que es, entonces sí falta muchísimo conocimiento, pero desde ese punto de vista me parece un cambio, están más abiertos a discutir política.

-El caso de los obreros de PepsiCo, ¿pensás que se condice con el movimiento obrero actual?
-Los obreros de PepsiCo a lo largo de estos 4 meses adquirieron muchísima experiencia, ellos pudieron ver cómo funcionaba el sindicato, el Ministerio de Trabajo, el Poder Judicial, el Congreso y cómo se mueven los diputados. Incluso en la última asamblea había trabajadores que decían que la situación estaba jodida, que era obvio que nos iban a dar vuelta el fallo porque los jueces estaban muy a la derecha. Desde ese punto de vista están un poco más a la vanguardia que otros trabajadores que por ahí dicen: “Lo que pasa es que tiene que haber algún político bueno, con buena voluntad”. Y yo creo que los trabajadores de PepsiCo hoy no pueden decir que el problema es que el presidente sea malo de alma o bueno de alma (risas), el problema es que pertenece a una clase y el rol que juega es hacerle los negociados a esa clase.

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