Mónica Ortiz tiene 37 años y forma parte de “La Bordó”, la lista del Partido de Trabajadores Socialistas (PTS) que es opositora a la corriente de Daer (La Verde). Trabaja en fábricas desde mediados de los ‘90 y particularmente en PepsiCo desde el 2010. En esta entrevista explicó los verdaderos motivos del cierre de la fábrica y contó su perspectiva en cuanto a la situación política, social y económica actual. Además, habló sobre la inminente reforma laboral, y con su experiencia de más de 20 años trabajando en fábricas, reflexionó sobre el movimiento obrero actual.
-¿Cómo
está la situación de PepsiCo actualmente?
-En
PepsiCo nos enfrentamos a una multinacional con mucho peso, sobre todo acá en
Argentina, ya que tiene el 80% del mercado nacional. Nos enfrentamos también al
sindicato que ya sabía desde antes que iban a cerrar la planta. Evidentemente
habían puesto mucha plata para que actuara de la forma en que actuó, que nos
soltó la mano. Además, nos enfrentamos al Poder Ejecutivo. Hace poco hubo un
fallo completamente escandaloso para el conflicto porque el mismo juez que había
dicho que reincorporaran a los trabajadores con un montón de argumentos
ciertos, ahora
se agarró de un preventivo de crisis cuando todo el mundo sabe que PepsiCo no
tiene crisis. En el marco de toda una situación de derecha por la
reforma educativa, la reforma laboral, etcétera, se está dando una pelea en la
que te enfrentás a poderes gigantes. Incluso la semana pasada Macri fue a
Estados Unidos a visitar a empresarios pidiendo inversiones y con uno de los
que se juntó fue con la dirigente de PepsiCo a nivel internacional.
-En esa
reunión Macri fue a contar que la reforma se iba a llevar a cabo aunque los
sindicatos no quisieran…
-En
realidad antes había planteado que la reforma la iban a implementar vía los
sindicatos, que ya estaban completamente comprados. Ellos dijeron que tenían
acuerdo un 60% con el proyecto y que el otro 40% lo iban a discutir. Nosotros
sabemos que Macri sigue teniendo minoría en diputados y en senadores, o sea que
para pasar la reforma se la tienen que aprobar, y la oposición dijo que iba a
hacer lo que la CGT esté dispuesta a hacer. Entonces Macri post-elecciones, al
haber salido con el 42%, donde tiene alineado a todos los empresarios, a toda
la burocracia sindical y al poder judicial, plantea que no va a haber discusión
de los convenios con los sindicatos, sino que directamente van a hacer pasar la
reforma en el Congreso para ser votada como ley. O sea, se siente completamente
fortalecido.
-¿Y vos
decís que va a aprobarse la reforma?
-Yo opino
que va a pasar si no hay resistencia. Lo que sí es verdad es que es un gobierno
de derecha muy fuerte. Evidentemente en la resistencia se va a reflejar el
malestar de los trabajadores y apostamos a que salgan a las calles junto con
los estudiantes, ya que es la única forma de enfrentarlos.
-La
reforma laboral no sólo se discute en Argentina, sino que también pasa en otros
países como Francia y Brasil ¿A qué lo atribuís?
-Yo creo
que hubo una crisis económica importante que estalló en las principales
potencias como Estados Unidos y Europa. La crisis económica que hay a nivel
internacional tiene que ver mucho con la tasa de ganancia. Hay una
sobreacumulación de capitales, es decir, muchísima producción y poco mercado, entonces
al tener una crisis en cuanto a la tasa de ganancia de las empresas, la única
forma de poder solventarla medianamente es haciéndosela pagar a los
trabajadores y a los sectores populares. O sea, bajando el costo laboral
aumentan la tasa de ganancia, esa es la realidad. Y bajándolo pueden competir
en mejores condiciones.
-Porque
tienen que bajar los precios para poder aumentar sus ganancias...
-Yo milito
y sé que en realidad las ganancias de las empresas no salen tanto por la venta.
Al bajar los precios lo que hacen es competir en mejores condiciones con otras
empresas pero la ganancia de los empresarios sale del salario no pago de la
jornada laboral. O sea, vos trabajás 8 horas y, si hacés la cuenta de lo que producís,
en 4 horas ya pagaste el sueldo, ya pagaste la materia prima, y la ganancia de
los empresarios son las 4 horas restantes. Cuanto más achiquen las empresas el
costo de producción, más ganancias obtienen. Así pueden competir en mejores
condiciones en el mercado con otras empresas y eso es una guerra entre ellos
donde juega mucho la situación de los trabajadores, por eso buscan todo el
tiempo reducir el costo laboral.
-Volviendo
al tema de PepsiCo, ¿por qué dice la multinacional que cerró?
-La
multinacional primero dijo que tenía problemas ambientales y que le salía más
económico el traslado de la papa a Mar del Plata que a Buenos Aires. Con esos
argumentos cierran la planta. Nosotros demostramos que si trasladan la papa a
la planta de Mar del Plata, producen ahí pero igualmente tienen que volver a
trasladar el producto, porque el mayor mercado está acá. El problema ambiental
también es mentira, porque es una fábrica que está produciendo en el mismo
lugar hace más de 20 años. De hecho, cuando cerraron la planta, nos
entrevistamos con el intendente de San Martín y dijo que no tenía ningún tipo
de denuncia. Fueron cambiando los argumentos, ellos estaban preparados porque
presentaron un preventivo de crisis en el Ministerio de Trabajo y actuaron por
fuera de la ley.
-¿Por qué PepsiCo tuvo tanta relevancia en los medios y en los trabajadores?
-Lo que
pasó en PepsiCo, que no pasa lamentablemente en otros lugares, es lo que
tendrían que hacer todos los trabajadores que pasan por esta situación. Creo
que la diferencia fue que nosotros los enfrentamos, pusimos una carpa en la
puerta de la fábrica, la tomamos para cuidar las maquinarias y luchamos. Lo que
sucede generalmente es que, como los sindicatos están vendidos, como no hay
comisiones internas, y como no hay trabajadores organizados en otras fábricas,
los despidos pasan sin pena ni gloria. Está todo muy manejado por la burocracia
sindical, que está en bloque con las empresas y el Ministerio de Trabajo. Te
enfrentas a cosas enormes y la costumbre de los trabajadores no es organizarse
y conquistar sindicatos. Se hizo muy conocido el caso porque lo enfrentamos, como pasó
en Kraft en 2009 y en Lear en 2014.
-¿Y al
interior de la fábrica como es la organización?
-En el
interior de la fábrica, cuando comencé a trabajar ya había una comisión interna
donde hicieron unas elecciones que le ganaron a la lista del sindicato,
entonces había una oposición interna donde todas las discusiones se daban en el
marco de asambleas y todas las decisiones pasaban por ahí. Se buscaba todo el
tiempo la unidad de la fábrica y que todos se involucren y participen. Incluso
también se buscaba la unidad con otras comisiones internas o con otros
trabajadores que intentaban organizarse en otros lugares. Todo esto es
fundamental a la hora de un ataque. Por ejemplo, cuando cerraron PepsiCo
dijimos: “hagamos una asamblea en la puerta de la fábrica para decidir qué
hacer”. Nos fuimos organizando, ganando la confianza de los trabajadores en el
día a día y conquistamos nuestros derechos.
-¿Qué rol juegan los sindicatos en el conflicto de PepsiCo y a nivel general?
-A nivel
general, yo opino que los sindicatos son el peor enemigo de los trabajadores,
son la columna principal que sostiene al sistema y a los gobiernos. Macri
quiere avanzar junto con las patronales en contra de los derechos adquiridos de
los trabajadores y para todo esto necesitan tener a los sindicatos de su lado.
Si los sindicatos enfrentaran este plan, tendrían a los trabajadores peleando
por sus derechos en las calles y organizados dentro de las fábricas. Esto para cualquier gobierno es completamente
peligroso porque con los trabajadores en las calles caen los gobiernos, ya que son
los que hacen funcionar la economía.
-¿Vos
atribuís el cierre de PepsiCo al cambio de gobierno?
-La
multinacional sacó una nota en Clarín donde planteó que la decisión ya la había
tomado hace dos años, esta decisión se fortaleció con el gobierno que responde
directamente a ellos. A mí me parece que el hecho de que nosotros no podamos
hacer una cooperativa es más decisión del gobierno que de PepsiCo, porque
nosotros presentamos un proyecto de expropiación para ponerla a producir y el
gobierno nos dijo que si llegaba a salir la ley la iba a vetar, ya que no es la
imagen que quiere dar. Cuando cerró la fábrica, PepsiCo se fue y nosotros la
tomamos sin ningún problema. De hecho los primeros días no había pedido de
desalojo, esto lo supimos porque lo averiguamos en la fiscalía. Entonces,
PepsiCo lo único que quería era sacarse de encima a los trabajadores
organizados y opino que no le importaba quedarse sin la fábrica. Y creo que la
orden de desalojo fue más por un apriete del gobierno que decisión de la
empresa misma.
-Desde que
trabajas en fábrica, ¿Cómo pensás que fue mutando el movimiento obrero? ¿Cómo
lo ves ahora?
-A mí lo
que me parece es que el movimiento obrero venía de sufrir los ‘90 con
desocupación y precarización, venía muy golpeado porque había una enorme
desocupación. El movimiento obrero se recuperó después del 2001 porque entraron
muchísimos más trabajadores a las fábricas, donde se reactivó la economía. En
ese sentido numéricamente se recuperó, incluso económicamente. Antes eran filas
enormes de desocupados, después empezaron a trabajar con una década de
crecimiento económico donde sus condiciones seguían manteniéndose iguales a las
de los ’90: precarización laboral, contratos basura, todo eso.
-En esa década de auge económico, ¿el movimiento obrero estaba más dormido o, por el contrario, como había recomposición se sentían en mejores condiciones para exigir?
-Yo lo
vivía dentro de PepsiCo, donde se hacían asambleas, donde se discutían las
paritarias, donde se discutía el rol de los sindicatos, donde siempre se
terminaba arreglando por mucho menos de la pretensión de los laburantes. Había
de todo, había trabajadores que salían a pelear. Yo te digo en fábricas
organizadas, no podría decirte de otras. En las organizadas la situación era
que los trabajadores tenían una limitación porque sólo querían pelear por las
mejores condiciones pero no iban más allá como por ejemplo recuperar un
organismo muy importante que es el sindicato. En las fábricas en las que no hay
organización, es más difícil porque ahí es el acuerdo entre el sindicato sin
mucha resistencia.
-¿Cómo ves
actualmente al movimiento obrero?
-Lo que
pasa hoy es que los trabajadores empiezan a involucrarse más, empiezan a ver la
relación que hay entre los partidos, las empresas y los sindicatos. De todas
formas le falta avanzar muchísimo, yo creo que por ejemplo la reforma laboral
los trabajadores lo tendrían que manejar al dedillo y todavía se desconoce el
contenido de lo que es, entonces sí falta muchísimo conocimiento, pero desde
ese punto de vista me parece un cambio, están más abiertos a discutir política.
-El caso
de los obreros de PepsiCo, ¿pensás que se condice con el movimiento obrero
actual?
-Los
obreros de PepsiCo a lo largo de estos 4 meses adquirieron muchísima
experiencia, ellos pudieron ver cómo funcionaba el sindicato, el Ministerio de Trabajo, el Poder Judicial, el Congreso y cómo se mueven los diputados. Incluso
en la última asamblea había trabajadores que decían que la situación estaba
jodida, que era obvio que nos iban a dar vuelta el fallo porque los jueces
estaban muy a la derecha. Desde ese punto de vista están un poco más a la
vanguardia que otros trabajadores que por ahí dicen: “Lo que pasa es que tiene que
haber algún político bueno, con buena voluntad”. Y yo creo que los trabajadores
de PepsiCo hoy no pueden decir que el problema es que el presidente sea malo de
alma o bueno de alma (risas), el problema es que pertenece a una clase y el rol
que juega es hacerle los negociados a esa clase.
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